Auténticos tramperos como los de antes, tales como David Crockett, Jack London o Jeremiah Johnson, ya no existen en nuestros días. To-davía queda, sin embargo, una última alma que sigue viviendo según la antigua filosofía de los tramperos, conviviendo en armonía con la naturaleza. La ficción creada se basa en la vida de Norman (El último trampero), tiene 50 años y vive con Kebaska, una india Nehanni. La película nos hace partícipes de la lucha y drama que supone su vida diaria, y también de las aventuras y los peligros en las que sus perros son los princi-pales protagonistas.
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